Las bicicletas públicas en Bogotá serían una gran solución para los trayectos cortos, pero debe ser articulada la idea con los otros sistemas masivos, particularmente transmilenio, que exista una sección exclusiva para que quienes deseen recorrer una parte de su trayecto en transmilenio y la otra en bicicleta lo puedan hacer.
Recuerdo dos experiencias, el vélib de Paris y el velocub de Bordeaux. El de Paris funcionaba generalmente para acercar a las personas a los sistemas masivos de transporte y su cobro se daba por trayecto recorrido y el velocub cumplía las dos funciones, pues servía para acercar al sistema masivo pero también para circular exclusivamente en bicicleta, de hecho, cuando llegué a vivir a Bordeaux decidí hacer un poco de economía, ya saben, ingresos de estudiante y me prestaron, gratis, por 3 meses renovables otros 3, una bicicleta del velocub muy comoda y con una relación de cambios bastante agradable, no se trataba tampoco pues de la hiper bicicleta, era una bicicleta modesta, sin cambios, la canasta era a elección
, pero eso sí era muy comoda y su préstamo se daba con una única condición: dejar un autorización de descuento de mi banco por 150 euros, que se hacia efectivo en caso de no regresar la bicicleta en los 3 meses o regresarla en mal estado.
En ella hacia mis recorridos a la universidad y visitaba a mis amigos, cuando era hora pico no se permitía montar en el tranvía, así que era obligatorio hacer todo el recorrido en bici, pero cuando no era hora pico me iba a la universidad o de compras haciendo uso de dos transportes, de una parte la bicicleta de mi casa hasta la estación del tranvía, más o menos 7 o 10 minutos de recorrido y luego tranvía hasta la universidad, unos 20 minutos y todo el mundo hacia lo mismo. Eso duro mientras compré carro, luego de eso, jamás volví a montar bicicleta como medio de transporte stricto sensu, sino de hobby.
Pero bueno, se imaginan a Bogotá así. Recuerdo muy bien y los que estudian o estudiaron en el centro lo saben, cuando hacia el pregrado siempre me molesto caminar del museo hasta mi universidad, Universidad Libre, Carrera 5 con calle 8, pues si iba un poco tarde debía correr y llegaba no sólo cansado sino agitado a clases, por eso la idea de la bicicleta sería genial, pues desde el museo se podría tomar la bici y se llegaría en menos de 5 minutos a los destinos universitarios, la misma historia se presentaría para aquellos que utilizan la estación de las aguas.
Un amigo que estaba en otra ciudad de Francia, Lille, si mal no recuerdo, me contaba que allá la cosa era más interesante, pues en la ciudad habían ciertas pendientes -ejemplo que podría aplicarse en ciertos barrios de Bogotá, Medellin y en toda Manizales-, allí la gente usaba las bicicletas para el recorrido de descenso, así que para mantener la oferta de bicicletas que bajaban pero no subían existían camiones adaptados que las llevaban de regreso a la cima y de nuevo se prestaba el servicio. Así, se garantiza un uso constante de este medio de transporte tan ecológico y divertido.
Lo mismo se ve en Amsterdam y para los que conocen saben que los graves accidentes en las vías del centro se dan no por colisiones de automóviles sino de bicicletas, que cosa tan terrible, de hecho, los parqueaderos del centro de la ciudad son infestados de bicicletas y el transporte masivo se da en ellas, pues acceder al centro en vehículo es casi imposible, las calles están bloqueadas para tal fin y el parqueo en vía pública es hiper costoso, 5 euros recuerdo que costaban en el 2011, las 2 horas y no se podía pagar más de eso ni repetir bahía de estacionamiento, es decir, que era muy complicado, casi imposible, ir en carro y era mejor dejarlo a las afueras si no querías una multa de la módica suma de 90 euros.
En fin, estrategias como estas podrían usarse para hacer de nuestras ciudades lugares más transitables y amables, sobre todo los centros de las mismas. Es cuestión de imaginación y creatividad, claro con planeación y proyección, pues de lo contrario se agudiza el caos y se empeora la situación.