Gracias a una columna de opinión y la campaña que inicio un canal local,abro este tema.Respeto al peatón,algo tan ignorado como irrespetado en la conducta diaria de la gran mayoría de conductores,.
Este es un tema fundamental de la sociedad,ya en algunas se a comprendido la importancia de la vida del peatón y su prioridad.En Colombia este irrespeto se genera por falta de información y educación que se debe dar por parte del gobierno.
Tan importante como entender que el peatón siempre tiene la vía,sea en la circunstancias que sea,se comprende por lógica.Y en parte siempre están en su derecho,aunque debería hablar en primera persona,todos, conductores o no somos peatones.
Entender que el carro es un arma para asesinar no es ser exagerado o extremo, Ya en países como holanda que hace mucho comprendieron esto, es un asunto legal,y se hace comprender que el al manejar un carro o moto se esta ocupando espacio del ser humano, y se tiene un arma para asesinar por lo cual la responsabilidad es prioridad.
Pobre pinche peatón
Daniel Samper Pizano
"El transeúnte es el más abandonado de los colombianos: cada día muere uno atropellado, sin que las autoridades se preocupen."
Cuando alguien propone crear una zona peatonal, se oponen desde los choferes hasta los comerciantes.
En este país infestado de guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes, criminales de banda, criminales autónomos y otras malas yerbas, no hay oficio más peligroso que el de peatón.
Las cifras lo demuestran. Entre el 2006 y el 2010 perdieron la vida en Bogotá más de 1.459 personas que intentaban cruzar una calle, y 25.487 resultaron heridas (muchas fallecieron después). Casi un muerto al día. En vez de disminuir, sus riesgos aumentan. Del 2009 al 2010 los accidentes peatonales casi se doblaron: de 3.908 heridos se pasó a 7.441. Entre las muchas causas de los accidentes hay que incluir descuidos, audacias suicidas e incluso borracheras de los peatones (en el 2010 perecieron en el país 32 peatones ebrios y resultaron heridos 259); pero los más mortíferos actos son los perpetrados por camiones, buses, automóviles, motos y bicicletas. ¡Pobre pinche peatón!
El caso de la bicicleta es muy elocuente. Cuando algunos alcaldes decidieron que ese era el vehículo indicado para hacerle la guerra al carro particular, optaron por trazar ciclovías. Pero no les quitaron carriles a los autos, sino a los peatones. Desde entonces las aceras se volvieron tan peligrosas como las calzadas: ¿qué más da que lo revuelque a uno un carro contaminante o una bicicleta ecológica? Todos pasan por encima del transeúnte. Y cuando alguien propone crear una zona peatonal, se oponen a ella desde los choferes hasta los comerciantes. ¡Pobre pinche peatón!
La lista de enemigos incluye a automotores y ciclas, pero es casi interminable, pues muchos son los que invaden las aceras, territorio soberano del ciudadano de a pie:
Motos que andan por el andén para inventar atajos... Carros que parquean en él... Raponeros... Carteristas... Almacenes que instalan mostradores afuera... Huecos y alcantarillas sin tapa... Calles sin demarcación de paso peatonal... Pasos peatonales, que nadie respeta, ni las autoridades hacen respetar... Ausencia de señales... Semáforos avaros en luces, que arriesgan al peatón a deducir su turno de paso... Humos tóxicos de los tubos de escape ... Giros de carros a la derecha (teóricamente obligados a ceder el paso a peatones) sin piedad con los transeúntes... Vendedores ambulantes... Entradas a garajes inclinados que impiden el tránsito normal por la acera... Carros que salen o entran de parqueaderos sin detenerse... Ausencia de aleros para ampararse de las lluvias (eran más considerados los arquitectos coloniales que los de ahora)... Mendigos... Puentes peatonales inseguros... Perros bravos... Perifoneadores y tiendas de discos estrepitosos... Postes electrificados... Lavado de vehículos en andenes... Cornisas y otros objetos que caen de las alturas... Detritos líquidos humanos y animales... Ídem sólidos... Pisos resbalosos... Adoquines inestables...
Prospera en Alemania y otros países una nueva ciencia, la "pedestriología", que examina la conducta de los peatones. Valiéndose de estadísticas, psicología y otros estudios, esta disciplina explora patrones culturales de comportamiento peatonal individual y masivo. Los ingleses, por ejemplo, no se rozan al salir de un estadio. Los franceses se apartan en la acera hacia la derecha y los coreanos hacia la izquierda. Yo invito a los pedestrólogos a que estudien cómo hace para sobrevivir a todas las amenazas el transeúnte colombiano. ¡Pobre pinche peatón!
ESQUIRLAS. 1) La primera aplicación práctica de la Ley de Tierras, impulsada por el meritorio empeño del ministro Juan Camilo Restrepo, se produjo esta semana. El proyecto, que restituirá a los campesinos 3,5 millones de hectáreas de las que fueron despojados y los ayudará a cultivarlas, ataca el corazón de nuestros problemas sociales. Si la ley tiene éxito, cambiará el país. 2) Leo que el consumo de pollos en Colombia bajó un tercio, y sospecho que mis compatriotas ignoran que no hay en el mundo mejores pollos asados que los que se consumen aquí. Ellos son parte de las más dolorosas nostalgias del expatriado.
cambalache@mail.ddnet.es
Este es un tema fundamental de la sociedad,ya en algunas se a comprendido la importancia de la vida del peatón y su prioridad.En Colombia este irrespeto se genera por falta de información y educación que se debe dar por parte del gobierno.
Tan importante como entender que el peatón siempre tiene la vía,sea en la circunstancias que sea,se comprende por lógica.Y en parte siempre están en su derecho,aunque debería hablar en primera persona,todos, conductores o no somos peatones.
Entender que el carro es un arma para asesinar no es ser exagerado o extremo, Ya en países como holanda que hace mucho comprendieron esto, es un asunto legal,y se hace comprender que el al manejar un carro o moto se esta ocupando espacio del ser humano, y se tiene un arma para asesinar por lo cual la responsabilidad es prioridad.
Pobre pinche peatón
Daniel Samper Pizano
"El transeúnte es el más abandonado de los colombianos: cada día muere uno atropellado, sin que las autoridades se preocupen."
Cuando alguien propone crear una zona peatonal, se oponen desde los choferes hasta los comerciantes.
En este país infestado de guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes, criminales de banda, criminales autónomos y otras malas yerbas, no hay oficio más peligroso que el de peatón.
Las cifras lo demuestran. Entre el 2006 y el 2010 perdieron la vida en Bogotá más de 1.459 personas que intentaban cruzar una calle, y 25.487 resultaron heridas (muchas fallecieron después). Casi un muerto al día. En vez de disminuir, sus riesgos aumentan. Del 2009 al 2010 los accidentes peatonales casi se doblaron: de 3.908 heridos se pasó a 7.441. Entre las muchas causas de los accidentes hay que incluir descuidos, audacias suicidas e incluso borracheras de los peatones (en el 2010 perecieron en el país 32 peatones ebrios y resultaron heridos 259); pero los más mortíferos actos son los perpetrados por camiones, buses, automóviles, motos y bicicletas. ¡Pobre pinche peatón!
El caso de la bicicleta es muy elocuente. Cuando algunos alcaldes decidieron que ese era el vehículo indicado para hacerle la guerra al carro particular, optaron por trazar ciclovías. Pero no les quitaron carriles a los autos, sino a los peatones. Desde entonces las aceras se volvieron tan peligrosas como las calzadas: ¿qué más da que lo revuelque a uno un carro contaminante o una bicicleta ecológica? Todos pasan por encima del transeúnte. Y cuando alguien propone crear una zona peatonal, se oponen a ella desde los choferes hasta los comerciantes. ¡Pobre pinche peatón!
La lista de enemigos incluye a automotores y ciclas, pero es casi interminable, pues muchos son los que invaden las aceras, territorio soberano del ciudadano de a pie:
Motos que andan por el andén para inventar atajos... Carros que parquean en él... Raponeros... Carteristas... Almacenes que instalan mostradores afuera... Huecos y alcantarillas sin tapa... Calles sin demarcación de paso peatonal... Pasos peatonales, que nadie respeta, ni las autoridades hacen respetar... Ausencia de señales... Semáforos avaros en luces, que arriesgan al peatón a deducir su turno de paso... Humos tóxicos de los tubos de escape ... Giros de carros a la derecha (teóricamente obligados a ceder el paso a peatones) sin piedad con los transeúntes... Vendedores ambulantes... Entradas a garajes inclinados que impiden el tránsito normal por la acera... Carros que salen o entran de parqueaderos sin detenerse... Ausencia de aleros para ampararse de las lluvias (eran más considerados los arquitectos coloniales que los de ahora)... Mendigos... Puentes peatonales inseguros... Perros bravos... Perifoneadores y tiendas de discos estrepitosos... Postes electrificados... Lavado de vehículos en andenes... Cornisas y otros objetos que caen de las alturas... Detritos líquidos humanos y animales... Ídem sólidos... Pisos resbalosos... Adoquines inestables...
Prospera en Alemania y otros países una nueva ciencia, la "pedestriología", que examina la conducta de los peatones. Valiéndose de estadísticas, psicología y otros estudios, esta disciplina explora patrones culturales de comportamiento peatonal individual y masivo. Los ingleses, por ejemplo, no se rozan al salir de un estadio. Los franceses se apartan en la acera hacia la derecha y los coreanos hacia la izquierda. Yo invito a los pedestrólogos a que estudien cómo hace para sobrevivir a todas las amenazas el transeúnte colombiano. ¡Pobre pinche peatón!
ESQUIRLAS. 1) La primera aplicación práctica de la Ley de Tierras, impulsada por el meritorio empeño del ministro Juan Camilo Restrepo, se produjo esta semana. El proyecto, que restituirá a los campesinos 3,5 millones de hectáreas de las que fueron despojados y los ayudará a cultivarlas, ataca el corazón de nuestros problemas sociales. Si la ley tiene éxito, cambiará el país. 2) Leo que el consumo de pollos en Colombia bajó un tercio, y sospecho que mis compatriotas ignoran que no hay en el mundo mejores pollos asados que los que se consumen aquí. Ellos son parte de las más dolorosas nostalgias del expatriado.
cambalache@mail.ddnet.es