Etapa III: La Haya - Ámsterdam
De antemano me excuso por no haber redactado antes esta tercera etapa, pero estoy algo concentrado en la redacción de uno de los capítulos de mi investigación que preferí no hacerlo antes.
Para algunos esta etapa quizá sea la más interesante… por lo menos para mi lo es. Y lo es precisamente porque aquí se concilian aspectos que para el común de las personas perturban e incomodan. Hablo de sexo, drogas y habitabilidad.
En la gnoseología existe un concepto muy importante que ayuda a explicar los choques psicológicos que se pueden tener cuando se está frente a un conocimiento previo y uno nuevo. Se trata de los obstáculos epistemológicos, los cuales no permiten una correcta y objetiva apropiación del conocimiento.
Lo más probable es que muchos se vean frente al actuar de estos obstáculos, que como tal, les puede impedir comprender que la condición del ser humano, occidental o no, es proclive a los “vicios” y que por más que nos neguemos a ellos ahí están, existen y seguirán existiendo en la historia de la humanidad. Así que en vez de negar ese lado “oscuro” del humano, ¿por qué no aceptarlo y levantar toda una economía con control de riesgos alrededor de ellos?
En concreto les hablo de Holanda, un país cuya economía recibe un poco más de 2.500 millones de dólares al año por concepto de venta de drogas y prostitución. También es considerado el país de principal producción de drogas sintéticas como el spice y en donde viven los mayores traficantes de éstas, quienes curiosamente no se ve satanizados como los capos de las drogas en Latinoamérica, ¿Qué curioso no? Imaginen ahora ¿qué tanto podríamos hacer nosotros si las drogas fueran legales y se controlara su calidad para evitar los desastrosos daños que ellas causan en la salud cuando éstas son mezcladas y de baja calidad?
Pues por mi parte creo que a muchos de nuestros países no les caerían mal 2.500 millones de dólares al año, además, de los otros millones que nos ahorraríamos combatiendo la producción cuando en otras latitudes son laxos o apoyan culturalmente el consumo.
En Europa Holanda es muy conocida también por su infraestructura vial y portuaria, la cual se financia en parte de los recursos anteriormente nombrados y sirven para que hoy exista un gran potencial turístico, cuyo mayor porcentaje va en busca de sexoturismo o narcoturismo. De hecho, a las A10 y A1, que son las autopistas por donde se transporta en esencia la droga (no sintética) desde Marruecos hasta Ámsterdam, se les conoce como las autopistas de la droga.
Luego de pasar por Brujas, nos dirigimos a La Haya, la capital administrativa de Holanda, pues la capital geográfica como tal continua siendo Ámsterdam. Como muchos abogados y juristas del foro sabrán, en La Haya se encuentran emblemáticos tribunales de justicia internacional, como la Corte Internacional de Justicia, la Corte Permanente de Arbitraje, la Corte Penal Internacional y el Tribunal penal Ad-hoc para la Ex-Yugoslavia.
Con plena seguridad seré muy subjetivo en mi siguiente afirmación, pues de hecho, no soy muy amante de Europa y creo, esto fuertemente sustentado, que es un continente que ya no da más y al que sólo quizá vale la pena visitarlo por turismo, porque poco o nada promete (contaminación exacerbada de sus suelos, aguas, aire, problemas de espacio para construir vivienda, alimentos con altas dosis de radioactividad, escasez casi total de recursos naturales, y una bomba de tiempo debido a la explotación irresponsable de la energía nuclear). Sin embargo, La Haya me parece un ejemplo de ciudad muy bien lograda que llena las expectativas de la imagen que los europeos en sí venden en el exterior, o al menos que nosotros, de manera distorsionada creemos que es Europa. Así que si me preguntan después de mi visión sobre el viejo continente ¿cuál sería la única ciudad en la que me gustaría vivir? Ya lo saben, sería La Haya, pues es muy bonita y si te aburres conduces hasta Ámsterdam y ya está.
Por supuesto, debo aclarar que es muy bonita por ser una ciudad “diplomática”, acoger embajadas de la mayoría, si no de todos, los 193 Estados que pertenecen a la ONU en este momento y por ser la sede de la monarquía holandesa. Siendo muy critico, puedo decirles que no encontré un pero para La Haya, a simple vista todo está muy bien logrado, incluso, las personas son muy amables. De hecho, la coordinación y el respeto de la gente por las normas hace viable que ciclistas y motociclistas, al menos con motos de baja cilindrada, compartan las “ciclomotovías”, cosa que en cualquier otro país europeo de los que conozco sería imposible por la irresponsabilidad con la que se conducen muchas de las motocicletas.
En La Haya en concreto, nos dimos un paseo por el Palacio de la paz, entramos al museo que queda allí y aprendí junto con mi familia un poco más de la antigua Corte Permanente Internacional de Justicia y de la hoy Corte Internacional de Justicia. Además un dato curioso que comparto con ustedes: bajo el sótano del Palacio de la paz se conservan, como símbolo de lo que jamás debería volver a pasar, todos los expedientes del Tribunal de Núremberg. Luego recorrimos el centro histórico, algunos de sus canales y visitamos las sedes de los otros tribunales internacionales.
Algo que me sorprendió fue la aplicación en todas sus intercepciones de la nueva tecnología en diseño de ciclovías, cuyo objetivo es minimizar al máximo el contacto entre ciclista y automóviles y así, reducir al máximo también el número de accidentes:
Ver los videos para ver el funcionamiento:
Después continuamos nuestro recorrido por Holanda hacía Ámsterdam. En el camino hubo algo que me sorprendió mucho y es que sobre la Autopista que lleva a Ámsterdam pasa una de las pistas por donde carretean los aviones del aeropuerto Schiphol, de hecho pasamos cuando uno de ellos estaba en plena acción.
Ay dios, lo que se hace con sexo y drogas... Continuará...