Hoy por cosas de la vida terminé manejando un flamante 323 1,5 del año 93.
Lo triste es que fue del célebre lote de los motores que presentaban desgaste prematuro y generaron esa fama que la marca aún no se quita de encima. El dueño me contó que empezó con lo del consumo de aceite a los 21.000 kilómetros, y que hoy, a sus más de 230.000, ya lo ha reparado dos veces.
Pero más allá de eso me impresionó el ajuste, sin exagerar no le suena nada, aunque bueno, la alfombra en las sillas traseras ya se soltó y se puede apreciar la lata desnuda bajo los pies, los pobres cojines de los asientos ya se sienten...flácidos, las sucias luces no alumbraban nada, pero no puedo pedir más tampoco.
A pesar del embrague más alto que en el japonés promedio (no al nivel rodilla-en-cara de Renault), un freno esponjoso y un acelerador del tipo "On-Off" al principio de su recorrido (cosa que se le perdona por la edad), me pareció, por dirección, por motor y por el tacto de la caja, un carro mucho más ameno de llevar que algunos vehículos nacionales que aún se venden nuevos, y no hablo precisamente de los nietos y tantos sucesores de este 323.
Destaco que me acostumbré de inmediato a los cambios, sin llevar ni dos minutos ya los podía engranar uno a uno rápidamente, lo disfruté y todo. Eso no siempre pasa.
Algo similar me ocurría con el honesto Sprint.
Corroboro de nuevo que no necesariamente un carro más bonito, más moderno o teóricamente superior representa una evolución en un aspecto tan básico como la acción de conducir, podrán ser más seguros y avanzar en todos los aspectos posibles, pero si los pueden mejorar en todo, que no nos quiten algo tan básico como el manejo, no hay nada peor un carro desagradable de manejar (bueno, sí, pero la idea del mensaje no es ponernos trascendentales), peor aún esos que son hermosos por fuera pero que decepcionan al empezar a llevarlos; con este cuadrado oriental con 17 años a sus espaldas pasó justo lo contrario.
Saludos..........