Me van a perdonar la pastoral, pero estoy muy emocionado
Las películas "de carros" en el cine no han sido las más afortunadas en cuanto a su crítica o calidad final. Las hay cómicas (Cannonball Run, The Dukes of Hazzard, Herbie y sus secuelas), de simple acción (Ronin, 60 seconds, Bullit, las de Bond), de animación (Cars) y hasta de terror (The car, Christine). Las de deportes a motor tal vez han sido las mejor libradas aunque también hay alguna basura por ahí. Recuerdo tres por el momento (Grand Prix, Le Mans y Days of thunder), que tienen una bien repartida carga de acción y drama y algunos planos y secuencias épicas en este tipo de cinematografía. "Rush", de Ron Howard, ganador del Oscar por "A beautiful mind" en 2001 y conocido por éxitos taquilleros como "Apollo 13" y "The Da Vinci Code". Rush, fácilmente, puede ser la mejor película que se haya rodado sobre el automovilismo y sino, por lo menos es la más emocionante.
Personalmente comencé a ver Fórmula Uno en directo allá por 1977 más o menos, en las transmisiones que hacía la TV nacional en la voz de Guillermo Ricardo Vélez y cuando las grandes figuras eran Lauda, Hunt, Mario Andretti, Emerson Fittipaldi, Jacques Laffite, John Watson, Jody Schekter, Ronnie Peterson y Carlos Reuteman, entre otros. Gracias a la afición que tenía mi tío Aquiles y a esa sensación que me producía el ruido de los motores y la emoción de las carreras, fui testigo de como se corría con una fuerte mística y mucha pasión, sin ayudas electrónicas, con precarias medidas de seguridad y con uno o dos muertos por temporada (vi morir en TV a Ronnie Peterson en 1978, a Gilles Villeneuve en 1982 y a Elio de Angelis en 1986, sin contar con las desaparición de “Magic” Senna en 1994).
Los pilotos eran básicamente un conjunto de aventureros en busca de gloria, dinero y mujeres, que compraban sus asientos en los carros gracias a fuertes inversiones personales o de patrocinadores de tabacaleras y licores, compañeros de vida de estos playboys en la mayoría de los casos. Entre los pilotos le hacíamos fuerza a los “locales”, Fittipaldi de Brasil y Reuteman de Argentina. Pero admirábamos con reverencia a Niki Lauda, el disciplinado corredor que volvió de la muerte.
La película que revive todos estos recuerdos se soporta en el antagonismo que supuso las personalidades tan disímiles de Hunt, un mujeriego cínico, fumador empedernido, bebedor consuetudinario y conductor a tumba abierta y Lauda, un metódico deportista, serio, calculador, estratega, estudioso y con una sed infinita de victoria.
La cinta va desgranando esos momentos en los que se conocen los dos en la Fórmula 3, cómo se vuelven rivales y enemigos, como la vida los va encontrando ya en la Fórmula Uno y como en la cúspide de 1975-76 se desata una de las historias más emocionantes y hasta románticas de la historia de los mundiales cuando la F1 solo miraba a través de los ojos de esta dupla.
Ron Howard muestra entonces dos vidas en paralelo, la de un Hunt viviendo la vida loca con una supermodelo y una botella en cada brazo y un Lauda nerd, dedicado 100% a su deporte, viviendo para perfeccionar su Ferrari con mística de monje y mostrándonos el lado políticamente correcto de la existencia.
Es así como en 1975 Lauda gana el mundial humillando a un Hunt desesperado, con crisis de pareja, de equipo, de vida y como para 1976, ya con McLaren, el escocés se pone a la par de un Niki en la cúspide, logra acercarse al campeonato y ocurre el accidente en Alemania que deja al austriaco más muerto que vivo y le sirve el campeonato a James.
Y es aquí donde la película alcanza su nivel máximo de la historia. Howard es capaz de relatar con maestría el drama de un Niki Lauda pidiendo que no se corra aquel gran premio por las adversas condiciones climáticas, después del accidente con el rostro desfigurado, los pulmones envenenados de humo y un doloroso proceso de rehabilitación sobrellevado por un afán tremendo de volver a correr. Saca el lado humano y solidario de un Hunt que no encuentra ya aliciente para correr “solo”, como siente la falta de Niki en la pista, como vomita antes de cada carrera y como se le revive el hambre de triunfo y la testosterona lo enloquece ante la vuelta de Lauda para reclamar aquel mundial.
La edición, el ritmo, la fotografía y la carga dramática de la película tienen un grandioso epílogo en aquel inolvidable Gran Premio de Japón con el monte Fuji como telón de una lluviosa jornada en la que tres puntos los separaban del título del mundo y como Hunt también es un héroe a su estilo ganando un campeonato que estaba más que perdido.
Al final, vuelve la voz del Lauda actual, con su sabiduría de viejo Maestro, para contarnos qué pasó después de aquella temporada, como se convirtió este episodio en leyenda y como entraron en la cúspide estos dos monstruos del automovilismo de emoción, del grueso, de pasión, de belleza y plasticidad.
Gracias Ron Howard, gracias Universal Pictures, gracias James Hunt (Chris Hemsworth), gracias Niki Lauda (Daniel Brühl).
*James Hunt (1947-1993) ganó el mundial de 1976, obtuvo 10 victorias, 33 podios y 14 pole positions.
*Andreas Nikolaus “Niki” Lauda (a. La Rata) nació en 1949, ganó el mundial de 1975, 77 y 1984, obtuvo 25 victorias, 54 podios y 24 pole positions.