El problema no es tanto de la rama judicial. Esta opera solo de manera residual, cuando quizá ya el daño es realmente irreparable. Cuando los jueces conocen la noticia criminis -allá en la lejanía de sus escritorios- ya el daño está hecho y no hay plata que reviva a nadie. Creo que el asunto es más complejo de lo que parece y toca las fibras de nuestra cultura. Les recomiendo el libro "la violencia en colombia" del recientemente fallecido sociólogo Orlando Fals Borda.
Mientras, sigamos viendo por nuestra insigne tv nacional en horario AAA, el cartel de los sapos I y II, el capo, sin tetas no hay paraíso, y demás bodrios de mala muerte por el estilo que solo incrustan en gran parte de nuestros compatriotas -principalmente en los jóvenes-, la mentalidad matona y mafiosa que muchos ostentan con orgullo.