La semana pasada nos llegó a la oficina un C200 con poco menos de 2,600 kilómetros de uso y la decepción fue tremenda. Primero lo bueno: el desempeño del motor 2.0 turbo me parece que ha mejorado enteros desde la primera vez que lo probé en un A250 por allá en 2013. Siendo este un C200 menos potente e incluso en el nuevo E200, el turbolag está mucho menos marcado, la banda de torque es mucho más homogénea y de verdad se siente más potente de lo que declaran, cuando con los primeros intentos ocurría al contrario. Otro factor positivo es que, tal como en el mencionado C250, la caja 7G-Tronic es mucho más obediente, rápida, inmediata. Ídem aplica para la nueva 9G-Tronic del E (o la GLE Coupé). En ese sentido Mercedes se ha puesto las pilas.
Pero este C200 me dejó ese sabor un poco amargo que por lo general me ha quedado de los productos con los que quisieron ser más masivos, véase el A, el CLA o la GLA (salvo los AMG), empezando por la suspensión. Sí, traía la opción de rines de 18 pulgadas sobre llantas de diferente ancho en cada eje, pero aún así la sequedad de la marcha era impropia para un Mercedes. Por dureza era familiar esa usual mezcla entre comodidad y buen control de carrocería, pero en cualquier pequeño hueco de esos que no hace falta esquivar o alguna junta mal hecha, el carro era ruidoso, aislaba muy mal y resultaba más saltarín de atrás, eso no pasaba en versiones equivalentes de los W203 o W204, porque además se perdió ese aplomo típico de los Clase C en maniobras de emergencia. En un W204 probado en las mismas condiciones hace tres años, simular una prueba del alce, en seco o mojado, era muy grato porque el carro iba sobre rieles... este W205, obviamente con llantas bien calibradas e incluso en la misma pista con el mismo pavimento, se resbala mucho más de atrás, hace trabajar más al ESP. Sigue siendo seguro, pero hay una pérdida en lo dinámico también.
Para colmo, la calidad de acabados y atención al detalle se está yendo al traste. Este carro con tan poco kilometraje tenía más ruidos de desajuste en las puertas delanteras que el SL de un conocido forista por aquí con 24 años de uso, por solo poner un ejemplo. Al hundir el plástico negro piano del tablero o al presionar de más los botones hace el típico crujido de baratija que antes no existía, la alfombra del baúl es delgada y económica, propia de un sedán oriental de una gama mucho menor, el plafón del techo se nota frágil, basta ver el portagafas (pecado del nuevo E también) y ni hablar de los parasoles, aunque esto último es un ahorro de otros carros de la competencia también. Si acaso se mantienen los excelentes asientos, pero es que antes (y regreso al W203 y al W204) un Mercedes, así fuera el más barato (recuerdo el C180K de un amigo de la universidad), marcaban la diferencia por calidad con solo montarse, porque podían tener un motor muy normal y una caja lenta, pero eran como pequeñas cajas fuertes, se sentían sólidos (díganle adiós también a ese típico cierre de las puertas), mucho mejor hechos que todo lo que los rodeaba. Y la suspensión era de lo mejor en la industria.
Ahora el único Mercedes que sigue transmitiendo eso es el Clase S. En fin, que se extraña esa marca perfeccionista de hace no muchos años (con todo y los problemas de confiabilidad que tuvieron a comienzos de la década pasada)... ahora parece que se quisieran parecer más a BMW y a Audi, para bien y para mal, porque quieren hacer carros para yuppies más jóvenes que no valoran lo que sus clientes más tradicionales sí y se les están olvidando sus verdaderas virtudes. Y lo mismo noté con el nuevo Clase E hace como mes y medio, pero ya me estoy extendiendo mucho.