La semana pasada hice unos 260 km en un AMG SLC 43 y hubo cosas que me encantaron y, volviendo a lo que comenté en su momento con un C200 hace unos días, otras decepcionantes.
Primero lo bueno. Esta subgama AMG para competirle a los M Performance y a los S está muy bien reflejada con este SLC, el carro lejos de estar tan vivo y ser un deportivo puro como un 718 Boxster, por poner un ejemplo reciente, está más orientado a ser un Gran Turismo en chiquito, porque así sea lo típicamente duro en ciudad, en tramos largos de carretera toma todo el sentido en especial si son vías muy rápidas o montañas con caminos no tan ratoneros. El carro hace su esfuerzo por ser lo más cómodo posible y la suspensión hace un gran trabajo entre la forma tan segura en cómo pisa en curvas abiertas a mucha velocidad y cómo retrasa la fatiga al máximo, algo que también es debido a los excelentes asientos y la posición de manejo típica de roadster, con piernas estiradas y brazos perfectamente distanciados del timón.
El 3.0 biturbo con la nueva caja de nueve ya lo había manejado antes en la GLE 450 Coupé y la buena impresión se repite aquí. Hay momentos en que entre cambio y cambio no tiene la inmediatez que uno podría esperar de algo con cierta aspiración deportiva y hay un leve retraso a nuestras órdenes si lo llevamos en manual, que igual se da también en la más rápida caja de doble embrague de un CLA45, en donde si uno quiere que el cambio se haga a 6,500, mejor halar de la leva a 6,000. Me encanta que el sonido no quiere ser pantallero ni espectacular, pero evidentemente se le quiso dar un toque retro con una tonada aguda que me recordó al antiguo seis en línea de Mercedes-Benz, un sonido que tengo fresco gracias al 300 SL que me prestó un ilustre forista de aquí.
Los números que mostró para su potencia no son los más espectaculares (14 medios en el cuarto de milla), pero el punto del SLC es ser más viajero y transmitir alguna sensación extra, pues la dirección siendo típicamente Mercedes (un poco aislada pero con muchísima sensación de seguridad al trazar) transmite alguna vibración de más que no nos deja tan ajenos al camino y los frenos dan plena seguridad. Algo que valoré mucho es que el carro... ¡Tiene llanta de repuesto! En tiempos de inútiles runflats y kits de reparación esa "galleta" de emergencia es algo que toca destacar.
¿Qué fue lo que me decepcionó? Una vez más, la calidad de armado. La tapa del baúl se entiende que se abre hacia adelante o hacia atrás por aquello del techo plegable, pero al cerrarse no enrasaba del todo bien con el resto de la carrocería y eso al final no debería pasar. Lo otro es que sin tener ni 1,000 km de uso ya tenía un desajuste insoportable en alguna parte cerca a uno de los arcos antivuelco, un chillido que asocié de inmediato a una Blazer noventera que teníamos en casa hace muchos años. Iba y venía el dichoso ruidito y me sentía en algo con 200,000 km de uso... y he manejado en los últimos meses dos Mercedes con más de 20 años (uno de ellos convertible) y sobra decir que no tenían ese tipo de detalles de calidad.
Y les dejo adjunta una foto en un paradero de carretera típico mexicano, muy colorido y con comida deliciosa.