A modo de ejercicio de escritura (en estos días no lo he hecho tanto como me gustaría), les dejo unas impresiones del facelift del Panamera tras un día a bordo de cuatro unidades por unos 400 kilómetros. Concretamente me enfocaré en el S con el nuevo V6 de doble turbo y hablaré un tanto el e-Hybrid.
Comienzo con algo que delata uno de los motivos de la rentabilidad de la marca, no muy positivo para mortales como nosotros acostumbrados a que ciertos accesorios ya los traiga de serie cualquier cosa de gama media: aquí no. En el primer Panamera S, los asientos no tenían apoyo lumbar (ahora que lo pienso, creo que ninguno) y de haber, ni había puerto USB, solo la entradita auxiliar. Casi todo es opcional, un extra, hasta lo que uno piensa más obvio. En estas versiones "básicas" igual los acabados son prácticamente intachables, ajustes precisos viéndolos en un estándar muy alto. Solidez absoluta, practicidad casi nula... pocos portaobjetos, por falta de portavasos (los que se despliegan arriba de la guantera también son opcionales) me tocó estirar el brazo para poner una lata de Coca-Cola en la consola de los pasajeros de atrás, que por cierto pueden ir bastante cómodos así el de adelante sea de los que le gusta ir con el asiento bajo y las piernas no tan flexionadas.
Hace unos meses, tras manejar un Panamera Turbo S antes de este facelift, me preguntaba si esto en realidad era un competidor de buques tipo Serie 7 o A8 o más bien de sedanes más juveniles (los llamados cupés de cuatro puertas) estilo Serie 6 Gran Coupé, A7 o CLS. Por agilidad, el Panamera me recuerda más a éstos tres últimos. Pero Porsche no contribuye a aclararme eso pues ahora hay una versión con distancia entre ejes y longitud extendida. Y es que el manejo es muy distinto, apoyándome solo a experiencias propias, al de un 740 ó 750Li o un A8 4,2. Es un carro más directo, mucho menos aislado de la vía no solo por su marcha sino por el montón de sensaciones a través de la dirección, por la insonorización pues los cambios de asfalto se reflejan bastante. No es que sea malo o poco refinado, pero no es un carro que tiene el enfoque de protegerlo a uno por completo del ambiente externo... y aún así, se puede circular, involuntariamente, a velocidades groseramente altas sin percatarse. Hay que estar muy pendientes del velocímetro digital porque el de aguja está a la izquierda y no es muy grande. Lo único claramente visible de reojo es el enorme tacómetro.
El V6 bi-turbo de los nuevos S no tiene el gruñido del V8 pero tampoco se le hace el feo, en especial si se cuenta con el sistema opcional que aumenta el ruido del escape al presionar un botón en la consola. Se hace especialmente adictivo en modo manual pues aquí el juego con las manetas sí es más divertido por la ridícula inmediatez de la caja, que se suma a un motor que sube de vueltas con ganas. Va un cambio, va otro, va otro, va otro... mi"·$"%, me van a multar. Mucho mejor si se cuenta con uno de los timones opcionales con las levas independientes tradicionales y no las de doble función en las que se empuja para subir y se halan para bajar de marcha sin importar el lado, francamente fastidiosas y que padecí más en un 911 tres semanas atrás. Es un tema de enfoque porque los botones de doble función están en un volante de serie con mandos del radio y demás. El opcional con las paletas que sí son como deberían ser, es más enfocado a solo manejar y no tiene ningún tipo de botón.
La PDK sencillamente es adictiva y es clave para gozarse este carro al menos para mí, de lo que me di cuenta cuando me monté en el e-Hybrid. Aquí es otro tema. Pasamos de un V6 de dos turbos a otro V6 supercargado presente en otros carros del grupo Volkswagen, la PDK se cambia por una competente Tiptronic de ocho cambios y eso es claro cuando al querer jugar con el carro la respuesta es menos inmediata pero el carro igual no es mucho menos rápido. Con la carga de la batería suficiente, es posible ir hasta 135 km/h en modo eléctrico y es bastante particular tanto silencio a esa velocidad y ver el tacómetro en ceros... y eso ocurre también cuando vamos "a vela" y, pensando en mejorar la autonomía, el carro se pone en neutro al desacelerar cuando lo considera conveniente por encima de la retención (eso solo se da a menos de 170 km/h, según recuerdo). En modalidad Sport se anula todo eso y el V6 y el eléctrico se juntan para acelerar lo más posible. Lo opuesto es presionar el botón e-Charge y el carro se enfoca más en regenerar energía cinética para que, al llegar a una ciudad, se pueda circular sin usar combustible, si mal no recuerdo, por un máximo de 36 kilómetros. Los consumos que se pueden lograr son muy bajos pero, al final, este no es mi tipo de Panamera.
Tanto en el S, el 4S (en el que apenas noté diferencias, si acaso en que no sentía tantas cosas en la dirección, pero puedo estar equivocado) y el híbrido estuve muy atento de los modos de suspensión. Hay tres durezas y en la más suave el carro rueda muy bien pero nos recuerda que estamos en el tercer mundo cuando al pisar un desnivel a muy altos ritmos la carrocería, sin flotar, hace unos movimientos verticales muy amplios. Endureciéndola un poco se controla mejor y con la opción más rígida, sin ser incómoda, tal vez pasa a ser más brusca de lo deseado tratándose a la larga de un barco con sorprendentes aptitudes atléticas.