Continuación - Conducción
Comienza la subida. El tráfico no fluye como yo deseaba. El carro iba en D y cambió de primera a segunda. No se cuelga, y eso que no va ni a 40 Km/h. Justo antes del túnel, primer kickdown y dejo atrás a varios carros que iban muy lento. El sensor de luces funcionó de maravilla. Comienza la bajada hacia la Calle 85 y me encuentro con más tráfico. Lo bueno es que la caja está actuando casi como una manual y retiene el carro sin que casi deba usar el freno. Semáforo en rojo.
Nuevamente la subida y voy detrás de varios carros lentos, con una ansiedad por acelerar… llegando al semáforo de la 81, un carro va saliendo de un edificio y a frenar casi por completo. Ahora sí, acelerador a fondo. Uff, qué cohetico. Hizo el cambio a segunda en el corte a nas 7000 rpm, sin drama, sin tirones, sin reclamos. Y esos pistoncitos haciendo que el motor emita un sonido muy agradable. 90 Km/h como si nada, antes de la primera curva importante. Eso, en el 3 2.0 con caja manual, hubiera implicado mucho más esfuerzo y ruido, sin contar con que debería cambiar con una precisión de piloto. Primera curva y se la traga a 70 Km/h de una manera pasmosa, casi sin que la carrocería se incline. Al 3 ya se le empezarían a sentir (más que a ver) las costuras. Paso a secuencial y sigo subiendo (la topografía y la velocidad). El chasis pide que le manden más curvas y las devora una tras otra, sin inconvenientes. Llevo la caja entre 2ª y 3ª. De nuevo, tráfico a la vista, pasando el Nueva Granada. Me encanta cómo puede transformarse en un carro civilizado y sereno, casi de repente.
Se acerca la salida a la Calle 53 y sé que el tráfico se puede despejar. Una recta nos espera. En efecto, el último carro lento tomó el carril derecho y la vía fue nuestra. Casi por error, al pisar el acelerador a fondo en modo secuencial, descubrí que el kickdown seguía estando activo (cosa que no había visto en ningún Mazda hasta la fecha; dudaba si la CX-5 tenía eso) y ese japonesito salió disparado. Sí, ya sé que fue imprudente, pero el velocímetro marcó al final de la recta 120 Km/h, nunca vistos en el 3 2.0… y el motor tenía todavía restos.
En las curvas de la bajada, antes de la incorporación de la Carrera 5, el chasis permaneció inmutable, aun yendo a una velocidad poco recomendable.
Ya se veía la vía que nos llevaría a la entrada a Monserrate. Acelerador a fondo nuevamente. Otra vez, la aguja del tacómetro avanzando casi hasta el corte y la del velocímetro hasta 80 Km/h, en la primera curva de la subida, cuando comienzan las obras. ¿Seguro que no tiene turbo? ¿Lo tanquearon con gasolina de 102 octanos? (Curiosamente, el piloto me dijo que siempre le habían echado corriente, desde que comenzó el programa de pruebas, hace 3 semanas). Los frenos trabajando sin fatiga. La dirección, precisa, al estilo de la frase “donde pongo el ojo, pongo la bala”, transmitiendo bien lo que sucede en la vía, filtrando todo aquello que no debe pasar, con una dureza y un tacto destacables. La carrocería, obediente. El ESP, testigo mudo, ni una vez se había hecho sentir.
En este punto de la prueba, era evidente la confianza que transmitía el vehículo.
Ya estábamos cerca del puentecito y el comienzo del tramo relativamente plano y con curvas cerradas, antes de empezar a bajar nuevamente. No puedo dejar de estar sorprendido con el aplomo del carro y la manera como afronta las curvas No solo no pierde la compostura, sigue siendo suave, bien aislado, sin reacciones bruscas de la suspensión y la dirección. Sin exagerar, este chasis no debe envidiarle mucho al de los alemanes del segmento D y E. Un detalle que no he mencionado: el subviraje típico de un tracción delantera casi no se percibe o, en todo caso, se nota mucho más en el 3.
El motor ronronea de una manera muy agradable, la caja en secuencial cambia rápido y sin tirones.
Y comienza la bajada… de nuevo, una delicia en las curvas. Casi no usé los frenos porque la retención en 3ª y luego en 2ª es muy buena.
De regreso al norte, seguí en modo secuencial. En la bajada, cuando tocó, nuevamente la caja ayudó a ahorrar frenos.
De nuevo, alcanzamos la parte con varios carriles. Aunque estaba acelerando en la primera posición del acelerador, casi sin notarlo, de nuevo estaba por encima del límite legal, y con qué facilidad… cada curva que pasaba, cada tramo empinado, el comportamiento del carro dibujaba una sonrisa en mi rostro. Y no conté las veces que una risita casi nerviosa, de emoción, se transformó en una más bien pícara.
¡Quiero más! ¡Quiero más! Todavía quedaban 45 minutos de prueba. Entonces, al llegar al retorno ubicado muy cerca de la 94, decidí repetir el circuito. Esta vez, lo llevaría en secuencial hasta la Calle 77 y luego en modo automático hasta la entrada a Monserrate.
Con un tráfico más suave, pude sacarle el jugo en el tramo hasta la 85. Qué lindo motor. Qué elástico. Con un aspirado así, tan progresivo pero a la vez tan contundente, ¿para qué un turbo? ¿Cajas de doble embrague? Las de convertidor de par han evolucionado de una manera impresionante en relativamente poco tiempo. Para el 98% del uso que le daría una persona a un carro, están más que bien.
Semáforo de la 81 en rojo. Freno y suelto. El HLA funciona perfectamente y el carro no se rueda ni un centímetro en semejante subida. Arranco con el acelerador a fondo y de nuevo veo la aguja llegar a 7000 rpm, mientras que la del velocímetro sube sin pausa. Este es uno de esos carros en los que la aguja del velocímetro sube de manera proporcional a la del tacómetro… no es una Journey 2.4 con caja de 4.
Más risitas nerviosas, más sensaciones agradables, más velocidades ridículas para un sedán con apenas un motor 2.0 de 4 cilindros y de semejantes dimensiones. Cada kilómetro que pasaba, ratificaba (cuando no mejoraba) mis impresiones de la primera vuelta.
En el regreso definitivo al norte, manejé casi siempre en automático. La retención de la caja es magnífica, incluso en este modo. Otra cosa destacable es que, en ciertas situaciones (por ejemplo, alguna vez que aceleré pero debí soltar por algún atravesado), se abstenía de hacer el cambio a la siguiente marcha y permitía conservar el impulso.
En la Séptima, otra vez, fue muy fácil alcanzar el límite legal, con solamente tocar el acelerador. Es una delicia de manejar en Bogotá, no solamente por la caja, sino por la suavidad de la suspensión (las llantas de 17” con perfil 55 ayudan), la insonorización, la altura sobre el piso (mayor que la cualquier 3 y las de los anteriores 6)… el refinamiento general.
Más tráfico, el RVM continuó alertándome sobre la presencia de carros en los otros carriles.
Se me olvidó hablar de algo relevante para muchas personas: el consumo.
Antes de la prueba, el ordenador, “reseteado” el viernes, marcaba 11,4 l/100 Km (33 Km/Gal). Para la pata inmisericorde que tienen los que manejan esta unidad y gasolina corriente, no es malo. La velocidad promedio estaba en 24 Km/h. Al devolver el carro, marcó 11 l/100 Km (34,2 Km/Gal) y 28 Km/h de promedio. Como referencia, manejando de una manera mucho más restrictiva por el tráfico (y Pepe Grillo), no es raro ver consumos de 12 – 13 l/100 Km en un Mazda 3 I con motor MZR.
De vuelta en el punto de partida, luego de casi 2 horas de prueba, con una gran sonrisa difícil de borrar pero con una inevitable tristeza, por no poder dejar el Mazda 6 en mi garaje.
Conclusión
El Mazda 6 es el mejor 2.0 y el mejor 4 cilindros aspirado que haya manejado hasta ahora.
No sé cómo diablos hicieron los ingenieros japoneses para sacar taaaaanto de un 2.0 y una caja automática de 6 (también de lo mejor que puede haber en un no-premium). Anda más que un 3 2.0 con caja manual en el 99,9% de las situaciones, con un consumo menor. Y qué decir del chasis... es un carro que me recuerda mucho (guardando las proporciones) a un Clase E, capaz de alcanzar altas velocidades, devorar curvas, digerir imperfecciones de la vía y recorrer muchos kilómetros, sin que sus ocupantes lo noten. Lástima que la prueba no hubiera sido un viaje ida y vuelta a Tunja. Sospecho que es un rutero excelente.
Y si así es el 2.0, ¿cómo andará el 2.5? Estoy seguro de que en una vía como la Circunvalar, aún el 2.0, pondría en aprietos a un Fusion y a otros carros con más potencia.
Me dieron un bono de $2.000.000 válido por este mes. El carro quedaría en $67 millones. Lo malo es que vale hasta lo que facturen el 30 de abril. Y me dejaron con un antojo... en verdad, qué daño me hicieron.