Algunas impresiones del i3. Fue una breve vuelta por el centro de Los Ángeles con motivo de una actividad que tenían montada en un parqueadero junto al Centro de Convenciones donde estaban haciendo el Autoshow.
No más montarme y me acomodé como en cualquier otro BMW y sus siempre impecables posturas de manejo. Volante a la distancia ideal sin tener que llevar las piernas muy dobladas, buena visibilidad de unos espejos que no están sobredimensionados y, en este caso, la superficie vidriada es enorme.
El selector de marchas electrónico no es la típica palanca que vuelve a su sitio sino una suerte de módulo a la derecha del timón. Si se han manejado otros BMW automáticos recientes, se sabrá de inmediato cómo trabaja. Salgo con el radio apagado y la enorme pantalla del iDrive con el navegador dándome indicaciones (que después no obedecí). Claro, por ser eléctrico, se oye a una escala mucho mayor lo que pasa alrededor de uno... el bus pitando, el sonido de las ruedas de los otros carros, lo que incluso uno va pisando.
Cuando hubo el espacio suficiente le pegué sus buenos pisotones y el torque inmediato por supuesto lo lanza a uno a velocidades ilegales muy rápidamente. Recuerdo que cuando manejé un LEAF en un mini-circuito en Bima el año pasado, el control de tracción saltaba con facilidad... en este i3 no lo hacía y eso lo destaco porque este carro, además de ser más potente (170 caballos de la unidad sin motor a gasolina de aumento de autonomía que manejé), tiene unas llantas con una proporción entre diámetro y ancho muy particular... son ultra-delgadas para oponer menos resistencia, una verdadera rareza cuyo costo de sustitución me intriga. Consecuente con la buena aceleración, está una dirección ultra-rápida, como de MINI, muy inmediata para ratonear en ciudad... tal vez demasiado aunque, eso sí, bastante aislada, no al nivel de otros BMW.
Muy interesante que, cortesía de la regeneración de energía, el carro pierde mucha velocidad al soltar el acelerador, frena directamente y no pierde impulso de forma gradual. Una vez acostumbrados entonces, en manejo urbano casi que ni hace falta usar el pedal de freno pues a punta de soltar u oprimir el acelerador con tacto uno ya le calcula.
Aún con unas calles en un estado bastante decente (no voy a decir que perfecto) sentí al carro ruidoso y hasta brincón, lejos de la calidad al momento de andar de otros BMW modernos. Lo ruidoso hasta pasa es porque ya no hay un motor que suene de fondo y oculte esos sonidos, pero esos pequeños movimientos verticales que alcancé a sentir no me los esperaba si tomo como referencia las excelentes suspensiones que BMW ha logrado con carros como los Serie 1 o los Serie 3 y 4.
Pero lo que más me dejó extrañado fueron las soluciones interiores. Sí, buena posición de manejo e interesantes aplicaciones de materiales ecológicos, pero... ¿Cómo desaprovecharon tan vilmente el hecho de eliminar el poste central? El acceso que quedó es muy bueno, necesario porque con el espacio disponible a lo largo habría estorbado mucho el paral (atrás no es insufrible, pero no sobra mucho lugar ni a lo largo ni a lo alto y eso que no mido más de 1,75). El problema es que por algún motivo no integraron los cinturones delanteros a los asientos sino que, al estilo de la chambonada vista en el MINI Clubman, los anclaron en la puerta de atrás... así que si esta se abre (hay que abrir primero las de adelante), la gente que viaje en los asientos frontales se tiene que quitar obligatoriamente el cinturón para evitar enredarse... ¿Era necesario complicarse así la vida? Porque al momento de subirse ahí están también colgando expuestos a cualquier posible tropiezo. Probablemente tuvieron que hacerlo así porque el espaldar habría quedado muy grueso. Vamos a ver si en una siguiente generación lo resuelven mejor.