Curiosamente, todo lo que vende Bimbo en Colombia es producido localmente. Kellogg's tiene una planta en Bogotá que está exportando a varios países. Alquería es la que produce los lácteos con marca Danone en plantas nacionales. Y Pepsico tiene no una sino varias plantas en Colombia para satisfacer la demanda interna y exportar a otros países de la región, desde DeTodito hasta Gatorade. Mientras tanto, Alpina tiene plantas en Venezuela, Ecuador y Estados Unidos. ¿Debo recrimimarles a Bimbo, Kellogg's, Danone y Pepsico por generar empleo en Colombia? ¿Debo dejar de comprarle a Alpina por generar empleo en otros países y no exportar desde Colombia el 100% de lo que vende en Venezuela, Ecuador y Estados Unidos?
En el mundo actual, no se puede ver todo como blanco o negro.
Es cierto, pero podriamos decir que -para no ir a los extremos- hay cosas malas, regulares, buenas y excelentes con los TLCs. El problema de las multinacionales radicadas en el país, estriba en que, si bien pueden generar empleo, macroeconómicamente hablando el grueso del capital que producen se fuga del país hacia los de sus casas matrices, luego, no es que ellas sean negativas, sino que son mejores aquellas marcas locales que tiene el potencial no solo de crear fuentes de trabajo y de impiestos internamente, sino además el de reinversión de capitales dentro del mismo país, así como aquellas nuestras que además de eso -mejor aún-, ya cuentan con la posibilidad de expandirse para "colonizar" tierras extranjeras con el fin de arrebatar pedazos de sus capitales y traerlos al interior de nuestras fronteras, como el caso de algunas de las empresas que menciona PP. Lástima que estas últimas que mencioné, no sean suficientes como para decir que nos fortaleceremos correlativamente a como lo harán los otros suscribientes de los tratados, habida cuenta de las diferencia que en ese sentido resultan obvias.
Ahora bien, los TLCs serían ideales, si las empresas locales -atendiendo las oportunidades que el gobierno y el medio económico les procure- logran ir un paso más allá para crecer lo suficiente como para competir de tú a tú con los suscribientes de los tratados. Eso, además, sería una bonita oportunidad para industrializarnos, cosa que nos quedó corta el siglo pasado y que nos pesa en este.