Les dejo el relato de un compañero de semestre. Él se llama Santiago Lizarralde.
"En la noche del jueves siete de abril fui, junto a mi novia, víctima de la imprudencia de un taxista irresponsable. Salíamos de la casa de una amiga que festejaba su cumpleaños número 25. A eso de las 11.20 de la noche, Mariana y yo decidimos que era tarde y debíamos irnos a las respectivas casas. Manejaba yo un Peugeot modelo 2011 por la carrera 4ª cuando a la altura de la calle 73 un imprudente conductor de un taxi –que como muestra de su irrespeto a la ley ni siquiera llevaba puesto su cinturón de seguridad- se voló una señal de PARE y nos chocó con una fuerza tal que terminamos estrellados de frente contra el muro de una vivienda.
Para quienes no están familiarizados con el sitio del accidente, el que transita por la carrera 4ª lleva la vía y a pesar de que hay unos reductores de velocidad pasando la calle 72 ello no obsta para que el que transita por la calle 73 obedezca la señal de tránsito, que es de obligatorio cumplimiento. Luego de que ocurrió el accidente a eso de las 11.30 de la noche me bajé afanado, marqué a la línea de emergencias y fui a revisar el estado de Mariana. Me encontré con que el desgraciado taxista irresponsable había sido el causante de una grave lesión que más adelante relataré.
No pasaron más de cinco minutos cuando la Policía y los Bomberos arribaron al lugar. Acompañados por supuesto de los periodistas de televisión. Luego me enteraría de que los periodistas –quienes además de groseros e irrespetuosos siempre intentaron meterle morbo al asunto-, en un intento de hacer bombo de una noticia que para nosotros fue trágica y dramática publicaron la nota afirmando lo siguiente: (i) que yo, el que transitaba por la carrera 4ª era el causante del accidente; (ii) que conducía en estado de embriaguez; (iii) que al ocurrir el accidente intenté agredir al taxista. Nada de lo anterior es cierto. A lo primero basta afirmar que el que ignoró de manera imprudente y criminal la señal de tránsito fue el taxista; yo llevaba la vía y según el Código de Tránsito Terrestre la señal de PARE implica que el ese carril/calle debe ceder el paso a la carrera con que se encuentra en la intersección. A lo segundo, para cualquier interesado el certificado del laboratorio de la Clínica del Country prueba que en mi cuerpo no reposaba ni una gota de licor. A lo tercero es una aseveración temeraria que brindó un taxista compinche del criminal que nos estrelló y que no fue testigo presencial de los hechos; a mi en nada me importó el estado de salud del taxista y por el contrario no me despegue de Mariana ni un segundo.
Sobre este último punto diré que el periodismo de algunos medios de comunicación deja mucho que desear. Que medios tan “respetables” como la Casa Editorial El Tiempo y Caracol Televisión se atrevan a publicar una nota con la versión de un taxista –que por definición es sesgada a favor del delincuente que nos chocó- y ni siquiera intentar conseguir la versión de alguno de los implicados es un atentado contra los televidentes. Lo mínimo que dicta la lógica es obtener los dos lados de la historia, a fin de brindar al televidente la información necesaria para que éste se haga a su propio juicio. Es un abuso de la libertad de prensa y una falta a los deberes y límites que la ley y la jurisprudencia les han impuesto para que el ejercicio de la profesión brinde a los ciudadanos beneficios en vez de causar un perjuicio a la imagen de las personas. Sin mencionar por supuesto la falta de rigor que raya en la mediocridad (por no decir irresponsabilidad) profesional que más parece el trabajo de un niño. Baste decir sobre este punto que a los periodistas que cubrieron la noticia se les interpondrá la respectiva denuncia ante la Fiscalía General de la Nación a fin de que se rectifique por completo la noticia y se restablezca la honra y la dignidad de quien suscribe la presente.
Además, cuando se observan las notas de los noticieros antes mencionados queda claro que afirman –sin fundamento ni prueba alguna- que yo no resulté lesionado. Tengo en mi poder documentos de la Clínica del Country que me dan una incapacidad de cinco días y que además certifican que sufrí lesiones en el cuello, la cintura, la espalda y el pecho. Estuve en observación durante cerca de 8 horas.
No sobra decir que al igual que siempre ocurre con el gremio de los taxistas, el compañerismo y la compincharía llevaron a que los demás taxistas que se presentaron al sitio insultaran a mis familiares e intentaran buscar que los agrediera bajo el pretexto de reafirmar la supuesta y mentirosa hipótesis que yo estaba bajo estado de ebriedad.
Mariana sufrió una seria lesión consistente en una fractura de una vértebra. Tuvo que se intervenida quirúrgicamente en una cirugía que tardó cerca de cuatro horas. Afortunadamente contamos mucha suerte y con un excelente servicio suministrado por la Clínica del Country y ya se encuentra fuera de peligro en recuperación. No obstante lo anterior, la rehabilitación es larga y complicada por ser la columna vertebral una de las partes del cuerpo más sensibles a las lesiones.
Sobre el taxista poco se. Lo único que se es que ayer en horas de la mañana lo dieron de alta de Urgencias de la Clínica del Country y al salir nos miró y explotó de la risa. No tuvo siquiera la decencia de preguntar por el estado de salud de Mariana. Tampoco pidió excusas o reconoció ser el causante del accidente. Falta completa de educación, respeto y modales básicos.
Este no fue el caso de muchas víctimas mortales de los actos delictivos de los taxistas. Hace cerca de dos años un taxista se voló el semáforo de la carrera 7 con calle 72 y le causó la muerte a una joven; este es un solo caso de los cientos de miles que deben estar registrados en los archivos de las entidades oficiales. Se creen los dueños de la ciudad y de las calles. No respetan a los usuarios, a las señales de tránsito, a la Policía y a la ley. No tienen la más mínima educación sobre seguridad vial y son los causantes de cientos de miles de choques simples, choques graves y accidentes mortales.
No sólo se trata de la irresponsabilidad y agresividad con que conducen los vehículos de servicio público. Es también el irrespeto y el abuso que con seguridad a todos nos ha tocado. El que le pregunten a uno antes de montarse a donde va no es el deber ser; el deber ser es que a uno lo lleven a donde necesita llegar siempre que uno se comprometa a pagar la tarifa que establece la Alcaldía Mayor de Bogotá.
Mi intención no es generalizar; no todos los taxistas se portan como unos delincuentes. Mi intención con el presente artículo es invitar a una reflexión sobre el deber que tienen las autoridades de vigilar, controlar y monitorear a los taxistas. No sólo a los que van a sacar la licencia respectiva sino a los que ya cuentan con el permiso para ejercer dicha profesión. La rigurosidad en los exámenes o pruebas que se deberían imponer serán sólo en beneficio de toda la ciudadanía y del mismo Distrito Capital. Es una situación que tiene desbordada la capacidad de acción de las autoridades y por ello se requiere una intervención que erradique el problema de raíz."