Los pecados del transporte público
Encuesta de cultura ciudadana muestra que algunos ciudadanos no reprochan las malas conductas y que muchos incluso las aceptan.
Solo ante la presencia de un Policía de Tránsito en la calle, muchos conductores de buses, busetas y colectivos en Bogotá se abstienen de recoger o dejar pasajeros en sitios prohibidos: accesos a puentes, cebras o, peor aún, en mitad de la vía.
De hecho, este comportamiento ocupa el primer lugar en la lista de mayores infracciones y causas de accidentes en los que resulta involucrado el servicio de transporte público colectivo en la ciudad.
El subcomandante de la Policía de Tránsito, coronel Juan Francisco Peláez, menciona, además, entre las conductas irresponsables de los conductores, las siguientes: exceso de velocidad, maniobras peligrosas, no respetar las señales de Pare o los semáforos en rojo y transitar con las puertas abiertas.
Reflejo de estas malas prácticas al volante son los resultados de la encuesta de Cultura Ciudadana que realizó en octubre de 2008 la Corporación Visionarios por Colombia (Corpovisionarios), que preside el ex alcalde Antanas Mockus.
De las 3.115 personas consultadas, 35 por ciento (1.090 encuestados) dijo haber montado, en los últimos días, en un bus o buseta que iba demasiado rápido.
Significa que dos de cada seis usuarios de buses, busetas y colectivos tienen a diario esa percepción.
La misma encuesta revela que 85 por ciento de los bogotanos teme a los conductores irresponsables. Incluso, 19 por ciento de los ciudadanos expresó que, en la última semana, al cruzar una calle un vehículo se les vino encima.
Pero si se tiene en cuenta que al menos 49 por ciento de los capitalinos utiliza el transporte público para movilizarse, la encuesta de Cultura Ciudadana indica una muy baja actuación de los ciudadanos para recriminar los comportamientos que generan riesgo en las calles o exigir el cumplimiento de las normas de tránsito.
Ante el exceso de velocidad, solo 6,2 por ciento de los usuarios llamó la atención al conductor de manera cordial y la respuesta fue efectiva. El 8 por ciento hizo el llamado de atención, pero el responsable contestó mal. El 3,7 por ciento agredió verbalmente al conductor, pero el índice más diciente es de 80,2 por ciento de usuarios que no hicieron nada ante la situación.
El análisis de los encuestadores concluye que los bogotanos no muestran disposición a llamar la atención por las acciones irresponsables del servicio público y que, por ende, la Administración distrital debe direccionar ejercicios de cultura ciudadana para reducir estos comportamientos entre los conductores de buses, busetas, colectivos y taxis.
Arranca la 'Ola naranja'
La Secretaría de Movilidad iniciará una campaña de cultura ciudadana a largo plazo que busca recuperar los buenos comportamientos de seguridad para la movilidad y el respeto por las normas de tránsito.
Como lo hizo en su momento el alcalde Antanas Mockus, la alcaldía de Samuel Moreno recurrirá a los símbolos como sistema de control social.
"Vamos a hacer que a la gente le de vergüenza, por ejemplo, obstaculizar el tránsito de la carrera Séptima mientras compra el pan en un establecimiento", dice el secretario de Movilidad, Fernando Álvarez.
Para desarrollar esta tarea, en las calles se desplegará la Ola naranja, conformada, inicialmente, por un grupo de 120 orientadores pedagógicos de la Secretaría de Movilidad. En el transcurso del año, a este programa se vincularán estudiantes bachilleres como parte de la práctica social. Misión Bogotá también apoyará la labor pedagógica.
Álvarez agrega que el control ciudadano también será fundamental para que en Bogotá la gente cambie de actitud y vuelva a pasar por las cebras o para que el transporte público cumpla las normas.
Se respira ahora en Bogotá un aire con menos hollín y humo que hace un añ
El mayor contaminante ambiental y el que es más nocivo para la salud de los niños, el material particulado o PM10 (hollín, humo y polvo), bajó por primera vez a niveles no vistos hace 12 años.
Pasó de 71,55 microgramos por metro cúbico del 2007 a 65,07 en el 2008.
Esos registros de la red de monitoreo de la Secretaría Distrital de Ambiente (SDA) indican que tales concentraciones de PM10 están, actualmente, por debajo de las máximas permitidas a nivel nacional (70 microgramos por metro cúbico). Pero superan los parámetros internacionales (50).
El descenso del PM10 no fue producto de mayores controles sobre los buses 'chimenea', ni disminución de la sobreoferta del parque automotor público, ni por chatarrización de estos vehículos (en el 2008 fundieron 914). Es efecto de la mejoría en la calidad del diésel que Ecopetrol le suministra al transporte público de Bogotá.
El director del Centro de Investigaciones de Ingeniería Ambiental de la Universidad de los Andes (CIIA), Eduardo Behrentz, señaló que "las reducciones registradas en PM10 tienen que ver fundamentalmente con la disminución del contenido de azufre en el diésel".
Este combustible, principal generador del hollín y humo en el ambiente y que es expulsado por los exhostos de los buses y las chimeneas de las industrias que lo utilizan, en enero del año pasado contenía entre 1.200 y 1.000 partes por millón (ppm)de azufre.
Los cerca de 14 mil barriles diarios de diésel que Ecopetrol comenzó a entregarle en enero de este año a la ciudad ya contienen únicamente 254 ppm de azufre, informó la petrolera.
De esta forma, Ecopetrol no solo cumplió con el pacto que firmó con el Distrito hace un año para mejorar la calidad del diésel, sino que se anticipó a la regulación nacional que exigía 500 ppm, para julio del 2008. Ahora, su meta es que en enero del 2010 la ciudad reciba el diésel ecológico que solo tiene 50 partes por millón, y así quedaría igual a otras ciudades latinoamericanas como, por ejemplo, Santiago de Chile.
El vicepresidente de Suministro y Mercadeo de Ecopetrol, Camilo Marulanda, indicó que ese logro se consiguió con la mezcla del diésel procesado en las plantas nacionales, y el combustible ecológico importado.
Ese aumento en la calidad del diésel para Bogotá tuvo un costo cercano a los 53 millones de dólares.
Pero las elevadas concentraciones de material particulado no serán las únicas que bajarán con el diésel mejorado, sino también el dióxido de azufre (S02), otro contaminante ambiental producido por ese combustible y que afecta igualmente las vías respiratorias.
De ahí que no se espera que en el Día sin Carro se registre un mayor descenso el material particulado en al ambiente, porque habrá más movilización de buses en la ciudad, que son los que usan el diésel, admitió el director de la Oficina de Control y Seguimiento del SDA, Orlando Velandia.
En cambio, por esa restricción se espera que haya descensos más notorios en otras concentraciones como el monóxido de carbono y dióxido de nitrógeno, porque saldrán de circulación más de 1'140.000 carros particulares que usan gasolina y cuya combustión produce ese contaminante, que produce los gases efecto invernadero, manifestó Velandia .
Se necesitan otras medidas
No obstante, para que los bogotanos respiren un aire de mejor calidad no basta con disponer de un diésel ecológico, sino que se requieren otras medidas complementarias.
Behrentz manifestó que el siguiente paso que las autoridades ambientales deben dar es exigirles a los buses y camiones que usan diésel el filtro de partículas para que disminuyan la emisión de material particulado al ambiente.
"El uso de ese filtro de partículas podría reducir las concentraciones de material particulado hasta un 80 por ciento en el ambiente", sostuvo Behrentz.
Agregó que también es indispensable que se racionalice el transporte público, que haya más control a la sobreoferta de buses y se modernice el parque automotor público.
Encuesta de cultura ciudadana muestra que algunos ciudadanos no reprochan las malas conductas y que muchos incluso las aceptan.
Solo ante la presencia de un Policía de Tránsito en la calle, muchos conductores de buses, busetas y colectivos en Bogotá se abstienen de recoger o dejar pasajeros en sitios prohibidos: accesos a puentes, cebras o, peor aún, en mitad de la vía.
De hecho, este comportamiento ocupa el primer lugar en la lista de mayores infracciones y causas de accidentes en los que resulta involucrado el servicio de transporte público colectivo en la ciudad.
El subcomandante de la Policía de Tránsito, coronel Juan Francisco Peláez, menciona, además, entre las conductas irresponsables de los conductores, las siguientes: exceso de velocidad, maniobras peligrosas, no respetar las señales de Pare o los semáforos en rojo y transitar con las puertas abiertas.
Reflejo de estas malas prácticas al volante son los resultados de la encuesta de Cultura Ciudadana que realizó en octubre de 2008 la Corporación Visionarios por Colombia (Corpovisionarios), que preside el ex alcalde Antanas Mockus.
De las 3.115 personas consultadas, 35 por ciento (1.090 encuestados) dijo haber montado, en los últimos días, en un bus o buseta que iba demasiado rápido.
Significa que dos de cada seis usuarios de buses, busetas y colectivos tienen a diario esa percepción.
La misma encuesta revela que 85 por ciento de los bogotanos teme a los conductores irresponsables. Incluso, 19 por ciento de los ciudadanos expresó que, en la última semana, al cruzar una calle un vehículo se les vino encima.
Pero si se tiene en cuenta que al menos 49 por ciento de los capitalinos utiliza el transporte público para movilizarse, la encuesta de Cultura Ciudadana indica una muy baja actuación de los ciudadanos para recriminar los comportamientos que generan riesgo en las calles o exigir el cumplimiento de las normas de tránsito.
Ante el exceso de velocidad, solo 6,2 por ciento de los usuarios llamó la atención al conductor de manera cordial y la respuesta fue efectiva. El 8 por ciento hizo el llamado de atención, pero el responsable contestó mal. El 3,7 por ciento agredió verbalmente al conductor, pero el índice más diciente es de 80,2 por ciento de usuarios que no hicieron nada ante la situación.
El análisis de los encuestadores concluye que los bogotanos no muestran disposición a llamar la atención por las acciones irresponsables del servicio público y que, por ende, la Administración distrital debe direccionar ejercicios de cultura ciudadana para reducir estos comportamientos entre los conductores de buses, busetas, colectivos y taxis.
Arranca la 'Ola naranja'
La Secretaría de Movilidad iniciará una campaña de cultura ciudadana a largo plazo que busca recuperar los buenos comportamientos de seguridad para la movilidad y el respeto por las normas de tránsito.
Como lo hizo en su momento el alcalde Antanas Mockus, la alcaldía de Samuel Moreno recurrirá a los símbolos como sistema de control social.
"Vamos a hacer que a la gente le de vergüenza, por ejemplo, obstaculizar el tránsito de la carrera Séptima mientras compra el pan en un establecimiento", dice el secretario de Movilidad, Fernando Álvarez.
Para desarrollar esta tarea, en las calles se desplegará la Ola naranja, conformada, inicialmente, por un grupo de 120 orientadores pedagógicos de la Secretaría de Movilidad. En el transcurso del año, a este programa se vincularán estudiantes bachilleres como parte de la práctica social. Misión Bogotá también apoyará la labor pedagógica.
Álvarez agrega que el control ciudadano también será fundamental para que en Bogotá la gente cambie de actitud y vuelva a pasar por las cebras o para que el transporte público cumpla las normas.
Se respira ahora en Bogotá un aire con menos hollín y humo que hace un añ
El mayor contaminante ambiental y el que es más nocivo para la salud de los niños, el material particulado o PM10 (hollín, humo y polvo), bajó por primera vez a niveles no vistos hace 12 años.
Pasó de 71,55 microgramos por metro cúbico del 2007 a 65,07 en el 2008.
Esos registros de la red de monitoreo de la Secretaría Distrital de Ambiente (SDA) indican que tales concentraciones de PM10 están, actualmente, por debajo de las máximas permitidas a nivel nacional (70 microgramos por metro cúbico). Pero superan los parámetros internacionales (50).
El descenso del PM10 no fue producto de mayores controles sobre los buses 'chimenea', ni disminución de la sobreoferta del parque automotor público, ni por chatarrización de estos vehículos (en el 2008 fundieron 914). Es efecto de la mejoría en la calidad del diésel que Ecopetrol le suministra al transporte público de Bogotá.
El director del Centro de Investigaciones de Ingeniería Ambiental de la Universidad de los Andes (CIIA), Eduardo Behrentz, señaló que "las reducciones registradas en PM10 tienen que ver fundamentalmente con la disminución del contenido de azufre en el diésel".
Este combustible, principal generador del hollín y humo en el ambiente y que es expulsado por los exhostos de los buses y las chimeneas de las industrias que lo utilizan, en enero del año pasado contenía entre 1.200 y 1.000 partes por millón (ppm)de azufre.
Los cerca de 14 mil barriles diarios de diésel que Ecopetrol comenzó a entregarle en enero de este año a la ciudad ya contienen únicamente 254 ppm de azufre, informó la petrolera.
De esta forma, Ecopetrol no solo cumplió con el pacto que firmó con el Distrito hace un año para mejorar la calidad del diésel, sino que se anticipó a la regulación nacional que exigía 500 ppm, para julio del 2008. Ahora, su meta es que en enero del 2010 la ciudad reciba el diésel ecológico que solo tiene 50 partes por millón, y así quedaría igual a otras ciudades latinoamericanas como, por ejemplo, Santiago de Chile.
El vicepresidente de Suministro y Mercadeo de Ecopetrol, Camilo Marulanda, indicó que ese logro se consiguió con la mezcla del diésel procesado en las plantas nacionales, y el combustible ecológico importado.
Ese aumento en la calidad del diésel para Bogotá tuvo un costo cercano a los 53 millones de dólares.
Pero las elevadas concentraciones de material particulado no serán las únicas que bajarán con el diésel mejorado, sino también el dióxido de azufre (S02), otro contaminante ambiental producido por ese combustible y que afecta igualmente las vías respiratorias.
De ahí que no se espera que en el Día sin Carro se registre un mayor descenso el material particulado en al ambiente, porque habrá más movilización de buses en la ciudad, que son los que usan el diésel, admitió el director de la Oficina de Control y Seguimiento del SDA, Orlando Velandia.
En cambio, por esa restricción se espera que haya descensos más notorios en otras concentraciones como el monóxido de carbono y dióxido de nitrógeno, porque saldrán de circulación más de 1'140.000 carros particulares que usan gasolina y cuya combustión produce ese contaminante, que produce los gases efecto invernadero, manifestó Velandia .
Se necesitan otras medidas
No obstante, para que los bogotanos respiren un aire de mejor calidad no basta con disponer de un diésel ecológico, sino que se requieren otras medidas complementarias.
Behrentz manifestó que el siguiente paso que las autoridades ambientales deben dar es exigirles a los buses y camiones que usan diésel el filtro de partículas para que disminuyan la emisión de material particulado al ambiente.
"El uso de ese filtro de partículas podría reducir las concentraciones de material particulado hasta un 80 por ciento en el ambiente", sostuvo Behrentz.
Agregó que también es indispensable que se racionalice el transporte público, que haya más control a la sobreoferta de buses y se modernice el parque automotor público.